Acabadas las obras de su sencilla casa-palacio en la fachada meridional del Monasterio de Yuste, Carlos emprende las últimas leguas de su viajera existencia, entre el castillo de los Condes de Oropesa, en Jarandilla de la Vera, y su última morada de Yuste. Un viaje tranquilo y corto hacia el lugar en donde fallecería en 1557.