En 1539, con el objetivo de mejorar sus relaciones con los Estados Pontificios y afianzar su poder en el centro de Italia, Carlos V casó a su hija Margarita (conocida a partir de entonces como Margarita de Parma) con Octavio Farnesio, duque de Parma y sobrino del papa. Pese a ello, las tropas del emperador sitiaron Parma para anexionarla a sus dominios, aunque finalmente hubo un acuerdo y la ciudad quedó en manos del duque.