Durante el reinado de Carlos V, que reinó en Nápoles como Carlos IV, se realizaron importantes reformas en la administración de la ciudad, a la vez que se fortalecieron sus defensas para evitar los ataques de los piratas berberiscos. La ciudad vivió una época de gran esplendor económico y cultural. El emperador fue recibido con grandes honores en Nápoles, donde permaneció entre el 18 de noviembre de 1535 al 21 de marzo de 1536, después de la campaña triunfal de Túnez.