Orán pertenecía a la corona española desde 1509, siendo una de las plazas fortificadas de la costa norteafricana. Al final de su vida, en 1556, ante el inminente ataque otomano, Carlos V manda hacer lo necesario para defender esta plaza y como muestra de la importancia que daba el monarca a la ciudad añadió “pues si se perdiesse no querría hallarme en España ni en las Indias sino donde no lo oyesse, por la grande afrenta que el rey recibiría en ella y el daño en estos reynos”.