Besançon fue desde inicios de la Edad Media ciudad imperial libre, dependiente directamente del emperador del Sacro Imperio. En 1519 Carlos V alcanza el trono y pasa a ser Señor de Besançon. En 1526 el emperador concede a la ciudad el derecho a acuñar moneda. Como reconocimiento a este privilegio las monedas emitidas por la ciudad, aún en periodos posteriores, son denominadas carolus y llevan inscrito el nombre de Carlos V. Durante su reinado Besançon vive momentos de esplendor económico y artístico, en parte gracias al mecenazgo de Nicolas Perrenot de Granvela consejero de Carlos V.