Desde mediados de la Edad Media Breisach era una ciudad imperial, dependiente directamente del emperador del Sacro Imperio. A comienzos del siglo XVI la ciudad ya era un importante bastión del imperio, que fue fortificado en tiempos de Carlos V en previsión de sus continuos conflictos con Francia. La ciudad se encontraba en el “Camino español” que servía de ruta de abastecimiento entre Milán y los Países Bajos.