El desgraciado incendio que sufrió Villaviciosa en el año 1484 supuso paradójicamente el comienzo de un profundo cambio urbanístico que tuvo lugar desde finales del siglo XV hasta el siglo XVII. Por otra parte, durante el siglo XVI se produce un crecimiento económico que también se ve reflejado en la construcción de algunos edificios que hoy en día se conservan tanto en la villa como en otras localidades del municipio. Los más destacados de este momento son la torre de Valdes, en Villaviciosa, de origen medieval pero reconstruida en 1550 tras quedar arruinada en el incendio de 1484, el palacio de Balbín en Selorio o el palacio de La Torre en Névares. En la Casa de Hevia, situada en la calle del Agua, se dice que se alojó el rey durante su estancia en la villa. En la fachada de este edificio se conservan dos escudos con el águila imperial, honor concedido por el emperador en agradecimiento por el trato recibido. También se dice que la torre de Ayones, en La Torre, del siglo XIV-XV, fue visitada por Carlos I a su partida de Villaviciosa.
Tradiciones en torno al emperador
El sábado 19 de septiembre de 1517 Carlos V desembarcó en Tazones y se dirigió a Villaviciosa, donde descansó del viaje, según cuenta la tradición, en la casa de Rodrigo de Hevia. Al día siguiente las autoridades locales fueron a presentarle sus respetos y a obsequiar a la comitiva con “toneles de vino, doce cestos de pan blanco, seis bueyes y veinticuatro carneros”. El día 21, para entretener al rey y a su acompañamiento se “corrieron toros”. El día 22, después de cuatro días de estancia, el rey parte de la villa. Se cuenta en la zona que una de los posibles orígenes del nombre de la localidad de Tazones provendría de los “tazones de leche” que los lugareños ofrecieron a Carlos V a su llegada.